martes, marzo 10, 2009

The Star Club Tapes [1/2]

The Star Club tapes
La última noche de 1962

Introducción

Seguramente, la noche anterior, escuchó una VOZ que le decía en sueños que debía hacerlo... Y lo hizo.

Ted Taylor tomó su grabador Grundig y grabó a Los Beatles aquel último día del año 1962, cuando realizaban el último recital de su quinto y último viaje a la Reeperbahn de Hamburgo. Mientras pasaban por la cabeza grabadora a una velocidad de tres pulgadas y un tercio por segundo, miles de partículas metálicas se reacomodaban dejando plasmado para la posteridad el show de Los Beatles en el Star Club.

Fue el lunes 31 de diciembre de 1962. Taylor nunca habrá tenido muy claro por qué lo hizo, ni tampoco por qué jamás borró ese registro de bajísima calidad. Quizás la Voz que le habló en sueños aquella noche signó la supervivencia de ese carrete de cinta por los siglos de los siglos... (Amén). Las vicisitudes sufridas por la histórica grabación son tan sorprendentes como el hecho mismo de su existencia. Por lo tanto, las notas sobre este tema serán dos. La primera (incluida en este número) tratará sobre la apasionante historia que se tejió alrededor de la cinta a lo largo de casi dos décadas. La segunda nota (que saldrá en ATN Nro. 9), se concentrará en el aspecto netamente musical del material.

Preparémonos.

Imaginemos que estamos en el número 39 de la Große Freiheit, en la Reeperbahn de St. Pauli, en el Hamburgo de la Alemania de 1962. En el fondo de un club, sobre un precario escenario de madera, cuatro muchachos tocan y cantan.
Cantan y sueñan.
Sueñan y transpiran.
¿Quién no sería capaz de imaginar una escena tan sencilla?...


Primera Parte

Ted Taylor, aprendiz de carnicero y virtual líder del grupo Kingsize Taylor & The Dominoes, grabó a Los Beatles en el Star Club utilizando un solo micrófono y a muy baja velocidad de cinta. El resultado, en cuanto a calidad sonora, fue pésimo. Ya de vuelta en Liverpool, a principios de 1963, Taylor quiso venderle la cinta a Brian Epstein. Siendo manager de un grupo que recién comenzaba a escalar los charts, bastó una pasada de la cinta para que Brian tomara una decisión. Me imagino al impecable Eppy preguntándose por qué diablos ese carnicero pretendía negociar con esa basura. Brian le ofreció (supongo que por lástima) veinte libras... El carnicero, ofendido, se retiró con su cinta y la guardó en el aparador de su cocina. Hasta aquí todo es medianamente coherente, salvo, quizás, el hecho de que Taylor pretendiera un buen precio por el registro a principios de 1963 (!). Tendrían que pasar 10 años para que la historia se volviera truculenta y confusa.

Esto nos sitúa en el 13 de julio de 1973. Ese día, a través de un cable de UPI titulado "Carnicero podría tener una fortuna en una cinta de Los Beatles", el mundo toma conocimiento por primera vez de la existencia de dicho material. Allí Taylor dice que estaba pensando en el revival del Rock & Roll que tenía lugar en ese momento, cuando repentinamente recordó [sic] la cinta que estaba guardada en el aparador de su cocina. Tan tierna y cándida historia duró dos años... Porque en 1975 hizo su entrada el nada tierno ni cándido Allan Williams, relatando como ÉL descubrió la cinta.

Según Allan, después de ofrecérsela a Brian, Ted Taylor le había dado la cinta a un ingeniero de sonido de Liverpool apenas la trajo de Hamburgo (fines de enero de 1963). En 1972 "por casualidad" [sic] Williams conoció a dicho ingeniero, el cual le contó sobre la cinta, manifestándole que debería estar en su viejo estudio, desocupado desde hacía varios años. A raíz de la noticia, el ingeniero, Allan y Ted Taylor se reunieron una tarde de 1975 para tomar unas copas. Luego se dirigieron al abandonado estudio. Por supuesto, después de revolver un poco, encontraron la cinta... Ahora bien, contestemos a estas preguntas:
  1. ¿Qué hacía Ted Taylor entregándole el material a un ingeniero de sonido para que lo mejorara en enero de 1963?.
  2. ¿Qué hacía el pavote del ingeniero dejando tirado dicho material 12 años en un estudio abandonado?
  3. ¿Qué hacía Taylor dejándole la cinta al ingeniero pavote, cuando 2 años antes había reconocido ante la prensa su existencia y su valor potencial? ¿Acaso no había declarado que la tenía en el aparador de su cocina?.
  4. ¡¡¿Qué hacía Allan Williams en medio de todo esto?!!. La respuesta es una: al carnicero le faltaba "muñeca" para comercializar la cinta, atributo que le sobraba al zorro de Williams.
Por cierto, a partir de allí, Allan y Ted fueron socios para encarar el emprendimiento. Ambos se contactaron con Apple con el objetivo de que ésta comprara la mercancía. Ofrecieron el siguiente "arreglo": algo más de 10.000.- libras de anticipo y un porcentaje sobre las ventas. Sin embargo, los socios sabían que era necesario el consentimiento de los cuatro Beatles para empezar a hablar de negocios. Ni corto ni perezoso, Williams logró reunirse con George y con Ringo. Esto ocurrió cuando Allan estaba finalizando su libro The Man Who Gave The Beatles Away (El hombre que "regaló" a Los Beatles), razón por la cual dicho encuentro está relatado en el último capítulo de ese libro. Resumiendo, ambos Beatles dijeron NO a la compra y/o edición de la cinta del Star Club...

Sumado a esto, Apple estaba terriblemente ocupada con su juicio contra EMI como para estudiar las propuestas de tan pintorescos socios. La desesperación y el desconsuelo de Williams y Taylor eran infinitos... Realizaron contactos con sellos piratas de Holanda e Italia, sin resultados.

Finalmente, en marzo de 1976, terminaron vendiendo la cinta a Paul Murphy, director de BUK Records en Inglaterra, por una suma que nunca salió a la luz. Inmediatamente se formó un nuevo sello para este proyecto: Lingasong Limited. Murphy renovó los esfuerzos para negociar con Apple, pero nuevamente fracasó. Entonces apeló al terrorismo... Declaró a los medios que, ya que no podía editarla, cortaría la cinta en trozos de una pulgada y los vendería dentro de llaveros de acrílico (!).

Increíblemente, los primeros "aterrorizados" fueron... ¡Williams y Taylor!. Alegando que aún tenían ciertos derechos sobre el material, pidieron (y obtuvieron) un recurso de amparo para evitar su destrucción. A fines de 1976, Murphy vendió los derechos de distribución mundial a la Double H Licensing Corporation en Nueva York. Ahora, con la inminente posibilidad de que el material se editara, EMI y Apple pusieron en tela de juicio el hecho de quién era el "poseedor legal" de las cintas. El tema de la fecha en que éstas fueron grabadas, pasó a ser el ojo del huracán. Williams afirmaba que Taylor había tomado a los Beatles entre la Navidad de 1961 y el primero de enero de 1962, cuando el grupo estaba bajo contrato con la Deusche Grammophone (Polydor). Para asegurar la legalidad de la posesión, Double H Licensing anunció que le había comprado a Polydor dicho contrato (?). Esto era una flagrante mentira, ya que dicho contrato había expirado a mediados de 1962, pasando todos los derechos de las grabaciones al sello alemán (quien jamás se los vendió a nadie).

Pero esto no resultó ser lo más grave, cuando Williams dio esas fechas olvidó un pequeño detalle: el Star Club abrió sus puertas ¡recién a mediados de enero de 1962!. Rápidamente y sin ruborizarse, Allan cambió la historia: la grabación se había realizado en abril de 1962, una noche en la que, por casualidad [sic], Ringo Starr había sustituido a Peter Best en la batería. Aunque parezca increíble, esta imbecilidad apareció impresa en varias contratapas de varias ediciones del material de Hamburgo.

Esta nueva jugarreta de Williams no era gratuita. Dicha fecha era previa a la firma del contrato de Los Beatles con EMI (4 de junio de 1962). Dicho sello, junto con Apple, sostenían (correctamente) que la grabación había tenido lugar entre la Navidad de 1962 y el primero de enero de 1963, por lo tanto Parlophone era el que poseía los derechos sobre el material. Dos pruebas contundentes sostienen este argumento:
  1. Se lo escucha a McCartney leer un mensaje del público donde dice "very best wishes and seasonal greetings" (los mejores deseos y felices fiestas), para luego pedirle que interpreten "A Taste Of Honey". En otro momento John bromea diciendo un versito que comienza con "Christmas comes..." (llega la Navidad...).
  2. Una de las canciones de la cinta es "Sheila", un cover del hit de Tommy Roe.
Tommy editó dicho single en mayo de 1962. Lo cierto es que, cansados de discutir, Los Beatles y Apple le enviaron a Murphy y a sus socios un telegrama. Este se despachó y fue recibido el primero de abril de 1977, y le daba a Lingasong hasta las 15:30 de ese día para llegar a un acuerdo con Apple o ésta formularía una demanda. Obviamente ningún acuerdo fue llevado a cabo, y la empresa de Los Beatles inició las acciones legales.

EMI apoyó la moción para que no se le arruinara el negocio de su inminente LP "Live at the Hollywood Bowl". La decisión de la Corte, contenida en el expediente [1977] FSR 345, comienza con la siguiente introducción: "En 1961 o 1962 el grupo de cuatro músicos conocidos como Los Beatles interpretaron un número de canciones en el Star Club de Hamburgo. Una grabación en cinta de este show fue hecha por el Sr. E. W. Taylor. Uno de Los Beatles, en presencia de los otros, le dio al Sr. Taylor un permiso oral para realizar la grabación, pero ningún consentimiento escrito fue realizado jamás." Luego, a lo largo de numerosas fojas, describe que Brian Epstein y luego Los Beatles habían tenido numerosas oportunidades de adquirir el material y, a pesar de ello, se habían negado sistemáticamente a hacerlo demostrando una falta absoluta de interés por el mismo. Recién se acordaron del tema cuando la posible edición de la cinta podría llegar a competir con su próximo LP oficial (Live at The Hollywood Bowl). Resultado: Los Beatles y Apple perdieron. Inmediatamente apelaron el fallo, y volvieron a perder.

La primera semana de abril de 1977 "The Beatles Live! at The Star Club" apareció, con sus lustrosas tapas negras, en las bateas de las disquerías. La Persona que le había hablado en sueños a Ted Taylor, aquella noche del 30 de diciembre de 1962, sonreía satisfecha en el cielo...

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